¿Conoces eso que hacen los que venden más y sus clientes lo entienden al instante…?
Y que, cuando lo usas,
tu negocio cambia (y para mejor).
No implica una tortura, sino algo simple, humano y con resultados.
Yo también lo escuché en un video de esos que suenan a mentira. Pero funcionó.
Y si a mí me funcionó, quizás a ti también.
Te ayuda a que tu cliente entienda lo que haces…
En menos de cinco segundos. Y que no pase de largo.
Sí, hay negocios que lo han aplicado y crecieron más rápido. Pero no fue suerte.
Los que lo logran… hacen algo que casi nadie hace.
Y no es lo que crees.
Pero antes quiero contarte cómo llegué aquí:
No nací con el don de escribir.
De niña me encantaba inventar cuentos…
Pero lo que me ilusionaba —aunque nunca lo dije en voz alta— era cantar.
Quería cantar tan hermoso como lo hacía mi mamá.
Pero no, no tengo ese talento.
Ni siquiera me animo cuando me baño. Canto muy mal.
Como ese sueño no se dio, estudié otra cosa.
Algo que no tenía nada que ver con lo que hago ahora.
Y como me encanta el café —y hay que pagarlo—.
Empecé a buscar formas de vender lo que hacía.
Comencé a escribir cuando necesité vender mis servicios como asistente virtual.
Después de años trabajando en persona, me animé a probar en internet.
Al principio todo chévere, incluso logré ganar dinero en menos de dos meses.
Pero después… llegó el silencio.
Clientes que no llegaban.
Mensajes que no respondían.
Y la pregunta que taladraba mi cabeza:
«¿Qué estoy haciendo mal?»
Seguro, al igual que yo, tú también lo has pensado:
«Estoy cansado de hablar y no vender»
Te sientes solo, como si todos avanzaran… menos tú.
¿Tu producto es bueno… pero no se entiende?
¿Tu servicio es valioso… pero no lo perciben?
¿Tienes seguidores, pero no ventas?
Un día entendí que el problema no era lo que ofrecía.
Era cómo lo contaba.
No sabía que existía una palabra para eso.
Ahí empezó todo.
Me metí de lleno a aprender cómo escribir para conectar.
No para sonar experta. No para llenar de tecnicismos.
Para que digas: «Esto es para mí.»
Soy una persona que aprendió a transformar
lo que he vivido, lo que voy aprendiendo,
para vender sin forzar, conectar sin mentir,
y reflejar quién soy de verdad.
Ya sea que ofrezca algo que se toca o solo se siente,
que le sirva a quien le gusta el café o quien ama pelar mandarinas.
No enseño a escribir.
Te ayudo a decir lo que ya sabes
de una forma que por fin logres describir lo que vendes
y que tu cliente lo entienda.
Ahora sí, vuelvo a eso que te conté al principio.
A eso que hacen los que venden más,
lo que sus clientes entienden al instante,
y que cambia tu negocio (y también cómo te sientes con él).
No es un secreto.
No es una fórmula escondida.
Es aprender a decir lo que haces de forma que conecte.
Sin complicarte, sin sonar como todos, sin tener que demostrar nada.
Es como ese primer café de la mañana:
No hace ruido, pero te despierta.
Te llama… sin gritar.
Es una conversación corta, sincera y sencilla con tu cliente.
Muéstrale cómo le puedes ayudar, sin complicaciones.
Despierta su curiosidad y ganas de saber más.
Sin empujar, sin presionar.
Que decida solo.
Y si eso fue posible para mí —que empecé desde cero y sin saber escribir—.
Puede ser posible para ti también.
Solo comienza. Y una buena forma de hacerlo es leyendo el primer correo.
¿Y si pruebas una forma distinta de contar lo que haces?
Y sobre todo, para que tu cliente vea quién eres de verdad.
Que no te pase como a mí…
Por imitar a otros, pensaron que tenía 20 años.
Cuando llegaban las entrevistas me rechazaban.
Y como copiaba sin entender el sentido…
Bueno, hubo quien pensó que ofrecía otro tipo de «asistencia.»
«Pero eso mejor te lo cuento en un correo (con café de por medio).»
Sí, eso pasa cuando uno no cuida lo que comunica.
No se trata de parecer perfecta.
Se trata de que lo que muestras, diga lo que quieres decir. Así de simple.
Yo también me he suscrito a mil listas.
La mayoría de los correos que recibo se acumulan hasta que los borro.
Muchos te prometen «consejos, estrategias y técnicas.»
Suena bien, pero no me terminan de cautivar (algunos sí, y mucho).
Yo no quiero eso.
En mis correos solo hay ideas simples que me funcionan, dudas que tengo y respuestas que busco.
Si eso te sirve o al menos te acompaña mientras tomas el café
(algo que ya te habrás dado cuenta de que me encanta) bienvenido.
Como te dije antes: no soy famosa. No prometo fórmulas mágicas.
Solo déjame tu correo. Lo demás, lo verás pronto.
Esto no es para ti si:
Buscas trucos rápidos para facturar sin alma.
Quieres una fórmula mágica sin pensar ni sentir.
Te gusta sonar elegante, aunque nadie entienda lo que dices.
Suscribirte no tiene costo.
Y sí, en algún momento te voy a ofrecer mis servicios.
Pero no va a ser una sorpresa, ni te lo voy a disfrazar.
Primero te escribo y si ves que lo que hago te sirve,
ya sabes dónde encontrarme.
Para que despiertes mañana y pienses:
«Por fin mi negocio encaja.» «Mis mensajes conectan.» «Vendo.»
«Y tengo libertad, foco y clientes que valoran lo que hago.»
¿Esto es para ti?
Sí. No importa qué vendes, ni a quién se lo vendes.
¿Cada cuánto envío correos?
Solo los necesarios. Lo suficiente, sin estrés.
¿Puedo darme de baja cuando quiera?
Por supuesto. Acepto tu escape.
Porque a veces, lo único que necesitas no es saber más…
Es atreverte a decir lo que ya sabes.
De una forma que por fin conecta.

Milagros Rojas Copywriter
Subtítulo para este bloque
Título para este bloque
Texto para este bloque